fotografía de Smallbay.ru
Obra de Rembrandt, 1634, óleo sobre lienzo, Museo Estatal del Ermitage, San Petersburgo, Firmado y fechado "REMBRANDT F (...)34"
El tema de la figura femenina adornada de flores es recurrente en la producción de Rembrandt: los estudiosos coinciden en reconocer estas imágenes como representaciones de flora, diosa de la primavera y de las flores. A favor de esta interpretación tenemos entre otras cosas, un apunto del pintor del que se deduce que hizo pintar Floras también a dos de sus alumnos. Sin embargo, no hay elementos seguros para establecer la finalidad de estas pinturas. No es seguro que haya que considerarlos retratos con disfraz, en los cuales el artista inmortalizó la efigie de la mujer que amaba ataviada con traje de fantasía y los símbolos de una divinidad pagana. Puesto que la fisonomía de esta Flora es casi universalmente conocida como la de Saskia, se puede conjeturar que en vez de un retrato el artista se propusiera pintar una figura histórica y que simplemente se sirviese de su mujer como modelo. Según una interesante interpretación, la reiteración de este tema se explicaría a la luz de un fenómeno histórico concreto: en las primeras décadas del siglo XVII, la pasión por los tulipanes era en Amsterdam una especie de locura colectiva de gran transcendencia económica. Es posible que los coleccionistas de flores pudieran solicitar cuadros de este tipo.
En esta pintura, Saskia aparece de perfil y con el rostro vuelto hacia el espectador; la mano derecha sujeta un bastón florido atribuido a la diosa, mientras que en la izquierda sostiene el vestido. este gesto se ve en algunas obras de maestros holandeses del Renacimiento, entre ellos el Matrimonio Arnolfini de Jan van Eyck: es posible que Rembrandt lo haya tomado con intención de acentuar el aura de antigüedad de su imagen. En la precisa definición de los bordados, la seda y las flores, el pintor dio prueba de la misma habilidad que exhibe en algunos retratos de la misma época.
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