Obra de Vermeer, hacia 1664, óleo sobre lienzo, The Metropolitan Museum of Art, Nueva York
El grupo de pinturas de mediados de la década de 1660, con figuras femeninas aisladas en escenas de absoluto rigor compositivo, se completa con ésta, atribuida durante un tiempo a Gabriel Metsu. Después de pasar por varias colecciones, en 1888 el último propietario la donó al Metropolitan Museum.
La escena está construida con arreglo a las modalidades habituales: la luz entra por la izquierda e ilumina un ángulo de una estancia. Aquí aparece una mujer modestamente vestida que tiene un jarro en una mano y apoya la otra en la ventana abierta. La actitud meditativa es subrajada por la mirada baja, que parece dirigida hacia el exterior. En el cuadro no se representa ninguna acción concreta: el jarro, la palangana y la mantelina de la muejr podrían aludir al momento de su toilette, pero no hay otros elementos que lo fonfirmen. En la tradición de los emblemas, el tema del lavado está asociado a la idea de la pureza y la inocencia; no hay razón para excluir que Vermer quisiera experimentar con este asunto.
Acerca de esta obra un observador decimonónico hizo notar que "el modo de representar el efecto de la luz a través de un vidrio azulado de una ventana" parece la finalidad principal de muchas de las pinturas de Vermeer. En efecto la luz es tratada con gran sensibilidad: se percibe, por ejemplo, en las tonalidades violetas de los reflejos en el muro y en los delicados medios tonos del rostro de la mujer. El contorno de la falda está difuminado con ligeras pinceladas a fin de dar morbidez a la incidencia de la luz sobre la curva de la tela. Se nota también a simple vista que el pintor se proponía en un principio incluir una silla a la izquierda; al eleminarla permitió que la luz llegase directamente a la figura, que está casi asilada en un espacio inmóvil.
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