Obra de Vermeer, hacia 1668, óleo sobre lienzo, Städelsches Kunstinstitut und Städelsches Galerie, Frankfurt. Inscripciones apócrifas: Meer y I Ver Meer MDCLXVIIII
Como sucede con el Astrónomo, cuyo pendant probablemente constituía, se supone la existencia de un comitente culto: según algunos, ambos cuadros guardan relación con Anthonij van Leeuwenhoeck, científico de Delft famoso por sus investigaciones al microscopio. Este estudioso, de la misma edad que Vermeer, cultivaba también la astronomía y en 1669, poco después de la realización de los cuadros, hizo un examen de topografía.
La escena es similar a la del Geógrafo; se muestra al protagonista en la misma estancia iluminada, equipada con una mesa y un armario. Alrededor están negligentemente distribuidos los mapas y libros que utiliza para su estudio; hay otros volúmenes encima del armario, donde se ve también un globo terráqueo. El geógrafo está inclinado sobre la mesa y en la mano tiene un compás; parece como si acabara de levantar la mirada de sus mapas para dirigirla hacia la ventana.
Se ha supuesto que ambos ocultan un significado simbólico; esta interpretación se basa sustancialmente en el hecho de que uno de los dos se ocupa en cosas celestes y otro en cosas terrenas. Su actitud parece de confiada búsqueda: el primero toca la esfera celeste y el segundo mira hacia la luz y al mundo real. a una interpretación en clave teológica del Astrónomo contribuye la presencia en el fondo de un cuadro de tema bíblico, Moisés salvado de las aguas, asunto que puede asociarse al motivo de la Divina Providencia, que guía el destino de los hombres.
La composición de esta pintura presenta algunos rasgos estílisticos interesantes: la atmósfera ya no es la tranquila y meditativa de los años en torno a 1665, sino que acusa el dinamismo y la acción concentrada en la figura. Así, la luz se proyecta en la pared creando sombras articuladas y la vestimenta del geógrafo presenta pliegues claros y contrastados.
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