domingo, 22 de enero de 2017

LOS DESPOSORIOS DE LA VIRGEN



Obra de Rafael, 1504, tabla, pinacoteca Brera, Milán. Firmado en el friso del pórtico que rodea el templo: Raphael Urbinas y fechado MDIII en las enjutas de los arcos.

Esta tabla, firmada y fechada en el pórtico del templo, fue pintada para la capilla Albizzi, dedicada a san José, en la iglesia de San Francesco al Prato de Città di Castello, centro umbro para el que trabajaba Rafael desde 1499. La obra estuvo en su ubicación originaria hasta junio de 1789, fecha en que se apoderó de ella Giuseppe Lechi, comandante del cuerpo de Cisalpinos que combatió contra los Estados Pontificios. En 1803 vendió la obra Jacopo Samnazaro, que la dejó en legado testamentario al Hospital Mayor de Milán, institución a la cual la compró en 1806, para la Pinacoteca de Brera, el virrey Eugeni Beauharnais.
En una extensa plasa enlosada, dominada al fondo por un templete de forma circular y dieciséis lados, al cual se accede por una escalinata, se disponen en primer plano los participantes en el rito sagrado: José, que en presencia del sacerdote pone el anillo nupcial a María. A los lados de los dos protagonistas se sitúan detras de la Virgen las mujeres de su séquito, mientras que a espaldas de José se agolpan los pretendientes de la Virgen rechazados.
La pintura, con la cual se suele concluir el primer período de la actividad de Rafael, recoge desde el punto de vista iconofráfico el desarrollo propuesto por Perugino, primero con la Entrega de las llaves, en las paredes de la Capilla Sixtina (1481), y luego con la posterior pala -sobre el mismo tema de los Desposorios de la Virgen (1499-1504)- realizada para la capilla del Sagrado Anillo de la catedral de Perugia. Sin embargo, en la obra ejecutada para Città di castello, Rafael demuestra haber superado los cánones de Perugino resolviendo de manera armoniosa, en el signo de Piero della Francesca, la relación entre el espacio, la arquitectura y las figuras, que denotan un estudio del natural y de modelos más antiguos, estudio que el pintor perfeccionará en el transcurso de su estancia florentina.

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