viernes, 27 de enero de 2017

EL ENTIERRO DE CRISTO


Obra de Caravaggio, 1602-1064, óleo sobre lienzo, Pinacoteca vaticana, Ciudad del Vaticano

Piero Vittrice, mayordomo y guardarropa del papa Gregorio XIII, había muerto a comienzos de 1600. Tenía una capilla en la nueva iglesia de santa Maria in Valicella y su sobrino Gerolamo entre finales de 1601 y 1602, había encargado un cuadro de altar a Caravaggio. La capilla se cerró a principios de 1602 para volver a abrirse en 1604 con la pintura que representa el Entierro de Cristo colocada sobre el altar. Ésta fue una de las poquísimas obras públicas de Caravaggio que suscitó un consenso unánime, probablemente gracias a las claras referencias a modelos de la Antigüedad y del siglo xVI, y entre éstos, como ha sugerido Mina Gregori, al Entierro de Rafael.

Como observaba Bellori en 1672, Cristo "desnudo es retratado con la fuerza de la más exacta imitación". Una imitación que, sin embargo, en este caso no es solamente fidelidad a lo real sino también representación filtrada a través de la estatuaria antigua, como se ve en el brazo caído sobre la piedra sepulcral, que estaba hecho -como sostenían hasta los detractores de Caravaggio- como se debía.
El cuerpo lívido de Cristo es sostenido por san Juan y Nicodemo; tras ellos aparecen la Virgen, la Magdalena y una de las pías mujeres, en un esquema piramidal que se cierra con los brazos levantados y el crispado rostro vuelto al cielo de una de éstas. El ángulo de la piedra en primer plano constituye de manera ilusionista la base de sostén y desarrollo de todo el escultórico grupo.

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