domingo, 2 de abril de 2017

LA LECCIÓN DE MÚSICA

Obra de Vermeer, hacia 1662, óleo sobre lienzo, Buckingham Palace, Londres, colecciones Reales, Firmado: IVMeer.

En el cuadro se representa una estancia invadida por la luz del sol; en el fondo, una mujer de espaldas toca la espineta mientras el caballero que está junto a ella la escucha atento. El rostro de la mujer se refleja en un espejo, en el cual se vislumbra también el caballete utilizado por el pintor. Se ha supuesto que de este modo Vermeer quiso llamar la atención sobre su propio papel de artista: la escena es fruto de una invención de la que él tiene el control. Efectivamente, se ha observado que esta composición está organizada con arreglo a rigurosas leyes geométricas, hasta el punto de  poderse establecer audaces asociaciones entre su desarrollo y las formas musicales.
Mediante un apretado juego de referencias, Vermeer ilustra el parangón entre la música y el amor. Ambos se basan en el principio de armonía y ofrecen consuelo: en la espineta está inscrito el lema latino: "La música es compañera de la alegría y bálsamo para el dolor". La presencia de una viola hace pensar además que en este instrumento puede tener eco el sonido de la espineta, al igual que sucede entre los sentimientos de dos personas que se aman; la actitud del hombre parece dictada por una armonía similar.
A pesar de la total diferencia de asuntos, este cuadro está muy próximo en estilo a la Vista de Delft: es semejante el riguroso control de la composición, así como la capacidad de traducir con la factura pictórica las diferentes consistencias de los materiales. Obsérvense en relación con esto las libres pinceladas de color líquido con que Vermeer representa las vetas del mármol del pavimento.

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