Obra de Ribera, 1618, óleo sobre lienzo, Museo parroquial, Colegiata, Osuna
En esta monumental composición, Ribera representa una conmovedora escena de la Crucifixión en la que se expresan de manera muy intensa las emociones de los personajes. el dolor de María, con las manos unidas en oración y el rostro contraído; el desconsuelo de Juan Evangelista, que se seca el llanto con el manto rojo; la devoción de Magdalena, que se inclina arrodillada para abrazar la cruz y acerca el rostro para besar los pies de Cristo.
En una carta fechada el 23 de enero de 1618, Cosme del Sera, agente en Nápoles del gran duque de Toscana, escribía al secretario de éste que un pintor español había hecho tres santos para el virrey de Nápoles, el duque de Osuna, y que era mucho más hábil que el napolitano Frabrizio Santafede, al cual se había encargado ya un lienzo que había de enviarle a Florencia. La carta estimuló la curiosidad de Cosme III de Medicis, que no esperó mucho para solicitar un cuadro al valenciano, como sabemos por otra misiva fechada el 6 de marzo de 1618, en la cual se dice que Ribera no había podido empezar aún el lienzo para el gran duque porque estaba trabajando en una Crucifixión para la esposa del virrey. Los estudiosos han conjeturado que sea el cuadro que Catalina Enríquez de Ribera donó a la Colegiata de Osuna en 1627, unos años después de quedar viuda, junto con cuatro santos anteriormente encargados por su marido.
Los documentos citados, pues inducen a fechar en 1618 este lienzo, que marca un momento crucial en la evolución artística del valenciano. Se percibe en él una maduración de su lenguaje, que ahora une el claroscuro de raíz carabeggesca con elementos del clasicismo romano y boloñés: las obras de Guido Reni eran un ejemplo de cómo se podían conciliar exigencias realistas e instancias clasicistas. este cuadro parece el Calvario pintado por Reni en 1616 para los Capuchinos de Bolonia, que Ribera podría haber visto en su época parmesana.
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