Obra de Johannes Vermeer, hacia 1657, se puede visitar en Staatliche Gemäldegalerie, Dresde.
La escena se compone de pocos elementos: junto a la ventana abierta, una muchacha lee una carta y su rostro absorto se refleja en el cristal. A su alrededor, el espacio está delimitado por la pared clara, en la cual se refleja la luz que entra de fuera, y por los objetos que definen el primer plano. En éste se ha colocado una mesita cubierta por un tapete oriental. A la derecha, Vermeer introdujo un cortinaje verde, artificio ilusionista que figura en algunas obras de otros maestros holandeses. Los análisis radiográficos han puesto de manifiesto arrepentimientos, el más significativo de los cuales es la eliminación de un cuadro con un Amorcillo que originariamente estaba colgado en el fondo. La técnica pictórica muestra importantes novedades, que preludian los posteriores progresos; en el corpiño de la muchacha y en las telas de primer plano los realces luminosos se ejecutan con toques puntiformes de color claro, a veces muy densos. Esta técnica, que revela un lejano ascendiente remmbrandtiano, ha hecho hablar de un puntillismo ante litteram en Vermeer.
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