Obra de Johannes Vermeer, pintado hacia 1666, que se puede visitar en kunsthistorische museum, Viena.
No se puede, desde luego, interpretar el cuadro como un autorretrato, desde el momento en que el pintor es representado de espaldas; no obstante, entra en una tipología iconográfica concreta, en la cual los artistas se retrataban en su estudio y pintando. En la obra Vermeer, el pintor está sentado delante del caballete y empieza a trazar en el lienzo la imagen de una modelo; la mujer está delante de él, al fondo de la habitación. Lleva un manto azul y algunos atributos que la identifican como una figura alegórica: una corona de laurel, una trompeta y un libro. La crítica ha visto en ella una figuración de la Fama o Clío, musa de la Historia. Evidentemente, el cuadro posee un valor simbólico, relacionado con el papel del arte y con la figura del pintor. En este sentido, los estudiosos han presentado hipótesis discordantes, en las cuales a menudo se tiene en cuenta el mapa representado en el fondo; al margen de su significado, constituye un extraordinario estudio de los efectos de luz. El cortinaje, que hace de telón en primer plano, acerca el cuadro a la producción de finales de los años sesenta; asimismo recuerda el estilo de estas obras la interpretación de la composición y los elementos singulares en clave decorativa.
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