viernes, 11 de julio de 2014

ALEGORIA DE LA PINTRA



Obra de Johannes Vermeer, pintado hacia 1666, que se puede visitar en kunsthistorische museum, Viena.

No se puede, desde luego, interpretar el cuadro como un autorretrato, desde el momento en que el pintor es representado de espaldas; no obstante, entra en una tipología iconográfica concreta, en la cual los artistas se retrataban en su estudio y pintando. En la obra Vermeer, el pintor está sentado delante del caballete y empieza a trazar en el lienzo la imagen de una modelo; la mujer está delante de él, al fondo de la habitación. Lleva un manto azul y algunos atributos que la identifican como una figura alegórica: una corona de laurel, una trompeta y un libro. La crítica ha visto en ella una figuración de la Fama o Clío, musa de la Historia. Evidentemente, el cuadro posee un valor simbólico, relacionado con el papel del arte y con la figura del pintor. En este sentido, los estudiosos han presentado hipótesis discordantes, en las cuales a menudo se tiene en cuenta el mapa representado en el fondo; al margen de su significado, constituye un extraordinario estudio de los efectos de luz. El cortinaje, que hace de telón en primer plano, acerca el cuadro a la producción de finales de los años sesenta; asimismo recuerda el estilo de estas obras la interpretación de la composición y los elementos singulares en clave decorativa.

jueves, 10 de julio de 2014

MUCHACHA CON COPA DE VINO



Obra de Johannes Vermeer, pintada hacía 1659, se puede visitar en Herzog Anton Ulrich Museum, Brunswick.
En una habitación aparecen tres personajes. En primer plano se ve a una joven elegantemente vestida, sentada en una silla, mientras un cortejador la incita a beber de la copa que ella tiene en la mano derecha. El hombre la mira con actitud persuasiva; ella, por el contrario, se vuelve hacia el espectador con una extraña sonrisa que ha sido interpretada de diversas maneras: podría ser signo de una ligera embriaguez o expresión complacía por las atenciones que el caballero le dedica. Tampoco está claro el estado del hombre del fondo: quizá se ha dormido bajo los efectos del vino, acaso su actitud melancólica revela su desilusión por el desinterés de la muchacha. Se sobreentiende un llamamiento moralizante a la continencia y a la moderación; a ello parecen aludir el austero retrato del fondo y sobre todo la vidriera. En la decoración de la ventana se ve un medallón con una figura femenina, interpretada como una alegoría de la Templanza y presente en ambos cuadros. El tondo más interior muestra un escudo nobiliario, el blasón de una dma que había vivido años antes en Delft, Janetge Vogel.

miércoles, 9 de julio de 2014

Mujer leyendo la carta junto a la ventana


Obra de Johannes Vermeer, hacia 1657, se puede visitar en Staatliche Gemäldegalerie, Dresde.
La escena se compone de pocos elementos: junto a la ventana abierta, una muchacha lee una carta y su rostro absorto se refleja en el cristal. A su alrededor, el espacio está delimitado por la pared clara, en la cual se refleja la luz que entra de fuera, y por los objetos que definen el primer plano. En éste se ha colocado una mesita cubierta por un tapete oriental. A la derecha, Vermeer introdujo un cortinaje verde, artificio ilusionista que figura en algunas obras de otros maestros holandeses. Los análisis radiográficos han puesto de manifiesto arrepentimientos, el más significativo de los cuales es la eliminación de un cuadro con un Amorcillo que originariamente estaba colgado en el fondo. La técnica pictórica muestra importantes novedades, que preludian los posteriores progresos; en el corpiño de la muchacha y en las telas de primer plano los realces luminosos se ejecutan con toques puntiformes de color claro, a veces muy densos. Esta técnica, que revela un lejano ascendiente remmbrandtiano, ha hecho hablar de un puntillismo ante litteram en Vermeer.

martes, 8 de julio de 2014

La joven de la perla



Obra de Johannes Vermeer, pintada hacía 1665. Se encuentra en La Haya, Koninklijk Kabinet van Schilderijen, Mauritshuis.
Se sabe por los documentos que Vermeer pintó más de una tronie: se trataba de un género bastante difundido que constituye una especie de mezcla entre el retrato con disfraz y el cuadro de historia. En estos cuadros, el artista retrataba a modelos vestidos con atavíos exóticos o de estilo antiguo, utilizándolos para figurar personajes históricos. En esta tipología entra también la Joven de la Perla, una obra encantadora denominada por algunos "la Gioconda holandesa".
Vermeer pintó una muchacha vuelta de tres cuartos, con los labios entreabiertos y los ojos húmedos; la postura y la expresión transmiten una sensación de extraordinaria inmediatez. La modelo lleva una chaqueta amarilla y un turbante azul del que cae una banda entonada con la chaqueta; en la oreja luce una perla en forma de gota, de reflejos opalinos. Es posible que Vermeer pretendiera representar una musa o a una sibila, pero no hay ningún atributo iconográfico que permita reconocer al personaje.
La pintura está bastante dañada y se percibe un visible craquelado; de todos modos, se pueden apreciar las mórbidas transiciones tonales del rostro y el sabio uso de barnices transparentes en la parte azul del tocado.

lunes, 7 de julio de 2014

EL PARNASO



Obra de Andrea Mantegna, pintada hacia 1487, que se puede visitar en el Museo del Louvre, París.
Los documentos indican que el Parnaso fue durante cinco años la única obra expuesta en el esudiolo de Isabella, cuyo equipamiento empezó en sus apartamentos de marquesa en 1490, año en que llegó a Mantua como esposa de Francesco Gonzaga. Mantegna se ofreció a participar en el proyecto del estudiolo en 1492, pero no fue contratado hasta 1496 para el Parneso. A finales de ese año, Mantegna habría terminado casi el lienzo: en diciembre, Lorenzo de Pavía, agente de la marquesa, había aceptado comprar en Venecia barniz para el cuadro. 
El cuadro estaba concebido ya como el primero de una posible serie, ya como obra que podía estar sola, si en el primer estudiolo de Isabella de Este estaba acompañado de dos relieves de bronce fingidos y por el triunfo de la Virtud, todos ellos pintados por Mantegna, en el despacho que montó en su apartamento de viuda estas mismas obras iban acompañadas por cuadros de Perugino, Lorenzo Costa y luego Corregio.
el Parnaso adopta asuntos mitológicos familiares como los amores ilícitos de Marte y Venus, de cuya unión nació Cupido, y la danza de las Musas en el bosquecillo del monte Helicón, cuyas cascadas eran alimentadas por la Hipocrene, la fuente que brotó cuando Pegaso golpeó la tierra con el casco. Son términos alusivos a la armonía y del espíritu necesaria a las artes cultivadas por Isabella, a la cual los contemporáneos atribuían una dedicación completa a las musas.