martes, 16 de abril de 2019

NOTRE DAME





Se trata de uno de los edificios más señeros y antiguos de cuantos se construyeron en estilo gótico. El uso innovador de la bóveda de crucería y del arbotante, los enormes y coloridos rosetones y el naturalismo y la abundancia de decoración escultórica lo diferencian de la arquitectura románica.
Su edificación comenzó en el año 1163 y, para 1260, ya estaba completada en su mayor parte, aunque se terminó en el año 1345 y se modificó de manera frecuente a lo largo de los siglos siguientes. Durante la década de 1790, tras la Revolución francesa.  Notre Dame sufrió la profanación de parte de su imaginería religiosa, que quedó dañada o destruida. La publicación de Nuestra Señora de París por Victor Hugo, no obstante, reavivó el interés popular por ella. Eugène Viollet-le-Duc encabezó un proyecto de restauración que comenzó en 1845 y se prolongó durante un cuarto de siglo. 


La catedral de Notre Dame de París en un voluminoso templo de planta de cruz latina. Presenta un gran cuerpo de iglesia con cinco naves más capillas laterales. El ancho transepto se sitúa casi en la mitad de la longitud de las naves y resalta poco en planta. La capilla mayor esta rodeada por una girola de doble nave.
En cuanto al alzado, hay que decir que participa de las características de otros templos del gótico temprano, con sus tres pisos característicos:
  • Primer nivel: Arcos formeros apuntados sobre enormes columnas.
  • Segundo nivel: tribuna comunicada con la nave central mediante tres vanos apuntados envueltos por otro mayor, en cada tramo.
  • Tercer nivel: claristorio con ventanales constituidos por doble vano apuntado y otro superior circular.
Siendo todo hermoso y equilibrado, hay que destacar la belleza de su tribuna, concretamente sus esbeltos arcos y finas columnas. Sin embargo, esta tribuna se mantiene en Notre Dame por inercia del mundo románico o por estética porque aquí ya no cumple funciones de sustentación. La razón es que en esta catedral de París nacen los arbotantes exteriores que se ocupan de dicha función, de apuntalar los empujes laterales de las bóvedas de la nave central.


La escultura de la seo parisina es de extraordinaria calidad dada la importancia que tuvo París en el siglo XIII como centro del reino a donde acudían los mejores maestros. Aquí estaba la corte, que poseía iniciativa artística, y fueron capaces de atraer a los mejores artistas, ya fueran arquitectos, escultores, vidrieros, miniaturistas, etc.

La escultura de Notre Dame de París hay que buscarla en el exterior del templo. Se ubica en las tres puertas de la fachada occidental, en los dos hastiales extremos del transepto y en la Galería de los Reyes antes citada.
La escultura de la fachada occidental, salvo el tímpano de la Puerta de Santa Ana, es toda de comienzos del siglo XIII (1210-1220) y se considera dentro del gótico clásico.
Sin embargo, la escultura de las puertas del transepto es de época algo más avanzada (1240-1250). Por tanto, estilísticamente es diferente a la de la fachada occidental.
La puerta de Santa   Ana tiene la particularidad de que buena parte de su escultura es anterior a la construcción de la catedral gótica, reutilizándose de una construcción anterior de finales del XII y que podríamos calificar de tardorrománica. Concretamente, la parte reempleada es un tímpano con dintel cuyo origen se desconoce. Debido a la distinta forma y tamaño de estos elementos tardorrománicos respecto al espacio del portal gótico se tuvo que añadir en la parte superior unas esculturas de ángeles y decoración vegetal. 


El citado tímpano tiene forma semicircular con un leve apuntamiento. Está presidido por una Virgen Theotokos, de tradición aún románica por su hieratismo, frontalidad y ubicación del Niño en el centro de su regazo. La Virgen está solemnemente sentada en un trono bajo un precioso baldaquino con estructuras arquitectónicas que simbolizan la Jerusalén Celestial. A ambos lados hay sendos ángeles turiferarios. En los extremos del tímpano encontramos la figura de un obispo y un escriba y al lado opuesto un rey arrodillado.
El registro inferior de este tímpano tardorrománico lleva el Ciclo de la Natividad, con las escenas de la Anunciación, Visitación y Nacimiento de Cristo (María está tumbada en una cama de gran riqueza, junto a un San José pasivo).
La parte inferior ya es del periodo gótico -del siglo XIII- y lo ocupa un friso con la historia de San Joaquín y Santa Ana.
En el parteluz aparece la estatua del obispo San Marcelo alanceando un dragón.
La Puerta del Juicio Final es de principios del siglo XIII, aunque hay que ser precavidos al contemplar la belleza de sus esculturas como consecuencia de las radicales restauraciones y reconstrucciones del siglo XIX, especialmente en la parte inferior
Posee también tres registros. El superior es la parte menos reconstruida del conjunto al ser la más inaccesible desde el suelo.


 En él aparece un Cristo Hombre con nimbo crucífero mostrando las llagas de las manos. A ambos lados, dos ángeles portan los instrumentos de la Pasión, mientras que San Juan y la Virgen interceden por la humanidad (Deesis). Hay que recordar que la representación del Cristo humanizado en la escena del Juicio Final es típica del gótico y refuerza la idea de la naturaleza también humana de Jesús y su papel no sólo como juez sino como redentor.
En el registro central se representa, de izquierda a derecha, los bienaventurados, mirando a Cristo, al arcángel San Miguel que se encuentra pesando las almas (psicostasis), junto a dos demonios que tratan de inclinar la balanza a su favor. Los condenados, atados por cadenas, son empujados por otros dos diablos. El registro bajo es un friso del siglo XIX de Viollet-Le-Duc pero que reproduce los restos supervivientes en la Revolución. Muestra la Resurrección de los fallecidos para que sean juzgados por Cristo. Los muertos salen de los sepulcros, con ropajes identificativos de su condición u oficio, mientras ángeles en los extremos tocan las trompetas anunciadoras del juicio que va a comenzar. En el parteluz de la Puerta del Juicio Final, vuelve a aparecer la solemne figura de Cristo bajo un doselete.
Las arquivoltas abundan en la temática del Juicio, mostrando en los extremos el mundo de los condenados, a la derecha, y de los bienaventurados, a la izquierda. En estas arquivoltas -dadas las posibilidades tan grandes que ofrecen su tamaño de colocar a muchos personajes- también aparecen ángeles, patriarcas, etc.
En ellas se coloca a la izquierda el seno de Abraham, que recoge a las almas bienaventuradas que se representan como niños.
Las partes donde aparecen los bienaventurados es ordenada, tranquila, y quizás poco expresiva. Sin embargo, el área dedicada a los condenados tiene más movimiento porque éstos se rebelan, con lo que se muestra más expresividad, desorden y agitación.
En las jambas se representa a un Apostolado, muy rehecho, al sufrir importantes deterioros por su fácil accesibilidad. Cada uno tiene su atributo identificativo, que fueron la mayoría destruidos o cambiados de sitio durante la Revolución Francesa.
En la zócalo inferior de las jambas, por ser de gran visibilidad para los fieles, fue el lugar el elegido para colocar las Vicios y las Virtudes, los calendarios, los signos del Zodiaco. Las escenas son de gran belleza, perfección y calidad.
Aquí el artista goza de mayor libertad iconográfica en las representaciones al ser éstas de carácter profano, que cuando se representaban a personajes sagrados. Sin embargo, contienen una gran carga alegórica y simbólica.
La puerta norte es una típica portada de temática mariana. Lamentablemente fue muy mutilada durante la Revolución Francesa, y reconstruida posteriormente.


Está organizada en tres registros. En el superior y presidiendo la puerta se esculpió la escena de la Coronación de la Virgen, que aparece sentada junto al Todopoderoso. Les acompañan ángeles, dos arrodillados en los extremos, postura motivada por su emplazamiento, y un tercero coronando a la Virgen.
En el registro central se colocó la escena de la Dormición o Muerte de la Virgen. María aparece tumbada en su lecho, rodeada por los apóstoles y dos ángeles que inician el levantamiento de la Asunción.
En el registro inferior, en el lugar del dintel, se representan a los Patriarcas, que flanquean a un baldaquino bajo el que se encuentra el Arca de la Alianza, que contiene la Tablas de la Ley por la que Yahvé instauró la Antigua Ley por medio de Moisés, de gran valor simbólico.
En el parteluz aparece la Virgen de pie con el Niño en su brazo izquierdo. En las jambas aparecen santos, patriarcas del Antiguo Testamento, reyes y otro personajes. Entre ellos destaca la célebre estatua de San Denís con su cabeza cortada sujeta por la manos. Es una escultura del siglo XIX.
La puerta de Cloitre es la puerta por donde accedían al templo los canónigos desde el "Claustro del clero".
Es por ello que se eligió una iconografía acorde con el tipo de espectador que iba a presenciarla y las instrucciones morales que se deseaba transmitirles.


La puerta central posee tres registros. En el inferior se desarrolla el ciclo de la Infancia de Cristo con el habitual sentido narrativo: A la izquierda aparece el Nacimiento de Cristo (La Virgen se encuentra tumbada en una cama con gesto sereno). Bajo el lecho está el Niño en su cuna, flanqueado por el buey y la mula. San José se apoya en la cama somnoliento. A continuación aparece la presentación del Jesús en el templo donde es tomado en brazos por el sacerdote Simeón. Unas sirvientas detrás de la Virgen portan cestas con palomas como ofrenda.
Posteriormente aparece la escena de la matanza de los santos inocentes. Este episodio del Nuevo testamento se representa muy habitualmente tanto en el románico como en el gótico, puesto que además de lo dramático y expresivo del asunto se añade el hecho de que fueron los primeros mártires cristianos. En el extremo de la derecha y como fin de la secuencia aparece la Huida a Egipto.
Los registros medio y superior se aprovecharon para representar la historia del monje Teófilo de Adana.
El monje Teófilo ostentaba el cargo de arcediano en un monasterio bizantino. Cuando murió el abad, se eligió como su sucesor a Teófilo por su prestigio, pero éste rechazó el cargo por humildad.
El nuevo abad elegido privó injustamente de su cargo arcediano a Teófilo, que agraviado y enojado se arrepintió de su decisión. Un judío le ofreció alcanzar la mitra mediante un pacto con el diablo. Al cabo del tiempo, Teófilo se arrepiente y con la intercesión de la Virgen consigue romper el acuerdo.
Tan azarosa historia es esculpida en la Puerta del Clasutro de Notre Dame donde Teófilo aparece acompañado por el judío, estrechando las manos del demonio para cerrar su pacto. También aparece con el abad y la Virgen que le libera de su acuerdo diabólico. En el friso superior se nos muestra sentado y rodeado de personas mientras hace público lo que le ha acontecido.
Con este relato materializado en piedra, se pretendía adoctrinar a los canónigos sobre las tentaciones de la envidia, la corrupción y la soberbia.
En el parteluz aparece la figura de la Virgen con el Niño, cuya escultura está prácticamente perdida.
La puerta de San Esteban era el santo patrón de la ciudad y a él se dedicó la puerta sur del transepto que comunicaba el palacio episcopal con el templo.


En ella está esculpida la historia de su martirio. Se aprecia en la talla el momento más evolucionado y tardío en que se realizaron con relación a otras puertas de la catedral. Las figuras de los personajes se despegan del muro y adquieren posturas y gestos más vivos y dinámicos lo que incrementa el naturalismo y la capacidad narrativa de la historia y su anecdotismo.

Para terminar unas imagenes del interior. Mi silencio ante su perdida.



 

miércoles, 13 de marzo de 2019

HERMES CON EL NIÑO DIONISIO




Escultura griega de mármol. Se encuentra en el Museo Arqueológico de Olimpia. Su autoría se atribuye a Praxíteles.

El grupo tallado en un bloque de mármol de Paros de la mejor calidad. El pie de Hermes está unido a un trozo de zócalo, que tiene agujeros que no encajan en la corona de la base, lo que hace pensar que refleja los cambios realizados en la estatua en algún tiempo.
El rostro y el torso de Hermes se muestra con un perfecto pulido, casi brillante. Sin embargo, en la espalda tiene las marcas de los golpes de raspa y del cincel y en el resto de la escultura sólo está pulido parcialmente.

 

En los cabellos se aprecian pequeñas huellas de cinabrio, un compuesto de sulfuro de mercurio de color rojo, que probablemente no es un color real, sino una preparación para el dorado. El color se encuentra en las correas de la sandalia del pie original, que también presenta resto de dorado; además, la sandalia tiene un dibujo de Heracle, que fue realizado en pintura, que nace en el motivo tallado de las correas entre los dedos de los pies. Los ojos y los labios eran probablemente de color rojo.
 

viernes, 11 de enero de 2019

LA VIRGEN DE LA ESCALERA




La virgen de la escalera, Miguel Ángel, 1491 Casa de Buonarroti, Florencia. Obra inacabada. regalada al Duque Cosimo en 1566, fue devuelta a la familia Buonarroti en 1617, permaneciendo desde entonces en la Casa de Buonarroti.
  
 Los detalles de como están realizados los pies de la Virgen hacen pensar que es una de sus primeras obras. Está trabajada con el mismo estilo virtuoso de Donatello en la Virgen de la Leche, con el estilo stiacciato.

"...No hace mucho tiempo que Leonardo (el sobrino de Miguel Ángel) tiene  también en su casa, en memoria de su tío, el bajo relieve de una Madonna de mármol, de medida no más grande que un brazo. Miguel Ángel la esculpió cuando era joven y copió el estilo de Donatello con tanto éxito, que parece obra suya, quitando que posee un diseño más gracioso..." Vasari

Miguel Ángel muestra a la virgen en primer término de perfil y de cuerpo entero, lo que le confiere cierta monumentalidad, pero sienta al Niño en su seno dando la espalda al observador y protegido por el brazo maternal. El brazo derecho, casi de la talla de un adulto por lo musculoso y abultado, cuelga flácido, haciendo pensar que está dormido. Esta actitud parece reforzada por la mirada ensimismada de la madre, como adivinando el trágico destino de su hijo. 
La mirada de la virgen se fija en la escena que está a su lado: hay una escalera, unos angelitos, y uno de ellos, que está agarrado a una barandillas, sostiene junto con otro un paño. 
Algunos estudioso han visto que el paño del fondo se trata de la sábana, un presentimiento de la muerte de Cristo y una mención a su sudario, mientras que la escalera se ha puesto en relación con algunos textos religiosos difundidos en la época. Se cree que hace referencia al libro La escalera del Paraíso de 1477, con la metáfora atribuida a San Agustín por la que la Virgen se convierte en escalera para la bajada de Jesús a la Tierra y a la vez por la que pueden subir los mortales al cielo.  También se cree que los cinco escalones representan las cinco letras del nombre de María, y la piedra cuadrada donde está sentada podría referirse a San Pedro, la roca sobre la que la iglesia fue fundada.

A partir de trecento, el Niño dormido representa una prefiguración de la muerte. Por tanto, la Virgen de la escalera es una memoria de la pasión de Cristo.